Una nueva Cuaresma
Sin duda la experiencia es un grado. Es más, a veces puede que sean hasta dos. O tres. La madurez te hace mirar antes donde no hay que pisar para caerte y, si es el caso, rodear el peligro y seguir de frente sin necesidad de riesgo. Esto es así. Dar un rodeo, alejarte, tener perspectiva, no es sinónimo de fracaso sino de inteligencia.
En esto de las Cofradías y los pasos he tenido la suerte de enfangarme hasta la nariz y no me arrepiento de ello, todo lo contrario. Son costuras que quedan en mi hábito cofrade para el resto de mi vida. Mi madre me recuerda constantemente la anécdota que, siendo apenas un crio, llegué a estar hasta en tres Funciones Principales el mismo día, incluyendo hasta la de la Esperanza de Triana en Sevilla, en la que el propio D. Juan Mairena en su homilía, dijo que cómo era posible que estuviera allí ya que había acudido a otras en Huelva la misma mañana. Eran otros tiempos. Sin duda. Ahora no aguanto ni una… ni media.
Ahora no estoy. Apenas me conoce nadie. No pertenezco a la nómina de ninguna de las Cofradías de Huelva. De ninguna. Pero tengo la suerte de estar presente en todas y de disfrutar de lo bueno que cada una pueda aportar a nuestra fiesta favorita. Sin matices, sin rencillas, sin reproches. Sencillamente, ya es que estas cosas las dejé atrás porque no conducen a nada.
En la Cuaresma de este año me estoy sintiendo lleno y pleno. Pletórico. Se me ha hecho corta. Bien podría durar otros cuarenta días que la seguiría disfrutando como nunca. Me he visto en mil y un eventos de diferente índole. Desde ensayar en Sevilla por la Plaza del Duque a oir un concierto en Almonte delante de la Virgen del Rocío. De asistir a ensayos solidarios en el Polvorín a magníficas tertulias en Bar AncaLuis con gente del costal y de las Cofradías. De estar pendiente de programas de televisión y radio a bichear las diferentes opiniones en las Tertulias y Foros de Internet. De asistir a una verdadera maratón de hasta diez besapiés el primer viernes de Marzo a ver vestido de la Burrita a mi pequeño Jacobo de la mano de mi otra pasión, Sonia.
Tantos y tantos momentos que forman esta sacra cuarentena vírica que cada cofrade debe pasar antes de llegar a Semana Santa.
Invito a todos a que se descubran el capirote que tapa la hipocresía y falsedad y disfruten, a cara descubierta, lo bueno que nos regala la Semana Santa. Esto nos gusta. Es nuestra vida. Disfrutemos de cada acto y de cada paso que demos. Esto son sólo siete días y pasan volando.
Mañana será Viernes de Dolores, el cráter de este volcán latente que es la Semana Santa. Déjense llevar por los buenos sentimientos. De eso se trata.
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