Creo en las hazañas que terminan en proeza...
“Creo en las hazañas que terminan en proeza… creo en la distancia que recorre una esperanza cuando se empuja y se empuja…creo en las voluntades que derriban barreras… creo en los hombres con espíritus inmensos”
Hoy tocó beber del agrio licor que en ocasiones te regala la vida. De nuevo las cartas con la que juegas esta mano no te hacen más que bajarte a la primera y perder el dinero de la apuesta. De nuevo, toca levantarse, rearmarse. Confieso que el paso del tiempo y las experiencia del pasado, de un pasado que nos empeñamos a revivir a pesar de que ya quedó asilado en el recuerdo, cuesta más y más recomponerse y seguir para adelante.
El rugby siempre ha sido mi escapatoria vital. Mi refugio personal e incomprendido donde me he apoyado para seguir adelante en mi día a día. Mis compañeros, algunos hermanos, el sentirse parte de un grupo, de una unidad, de un todo. El esfuerzo. La lucha. El respeto. La honradez. El compromiso… mil y un valores que me ha enseñado durante tantos y tantos años para hacer de mí la persona que soy, con mis defectos y mis virtudes, pero ante todo, una persona noble y leal, como este deporte.
Siempre he defendido que para jugar a rugby sólo hace falta tener uno de los siguientes elementos: físico o corazón. Se puede jugar a rugby siendo muy fuerte físicamente, lo podrás hacer bien o mal, pero al menos tu cuerpo te va a responder ante el rival. Pero esta explicación no haría justicia a lo que significa realmente este deporte y lo simplificaríamos a una mezcla de fútbol y lucha libre. Al rugby también se puede jugar con el corazón. Siendo valiente a pesar de que vas a perder en el choque y saldrás trastabillado y dolorido. Siendo honrado con el compañero que tienes al lado, pasándole el balón justo en el momento que te a ti te placan. Siendo honrado contigo mismo saliendo del campo con la cabeza bien alta sabiendo que has disfrutado de un nuevo partido… Al rugby, como digo, también se juega con el corazón. Y muchos de mis hermanos Linces, esos que me han visto crecer como persona y como jugador, saben que en eso, a mí me ganan muy pocos.
Pero… a veces, el cuerpo dice basta. O al menos… para. Mi maltrecho hombro izquierdo ya no puede más. Después de tres luxaciones y una fractura de clavícula se encuentra tan deteriorado que se hace necesario el intervenir y reforzar la articulación. Aún no sé plazos, fechas o medios. Solo sé que tengo que parar y operarme.
Mi ejemplo a seguir, un grande. Jonny Wilkinson. Depués de anotar el drop ganador de la Copa del Mundo en 2003 entró en un calvario de lesiones en su hombro izquierdo teniendo que ser intervenido varias veces, lo que lo llevó a replantearse su retirada de los terrenos de juego de un modo prematuro. Ocho años después sigue liderando el XV de la Rosa siendo el alma mater del equipo y uno de los mejores jugadores del planeta rugby.
Si él volvió a jugar. Yo volveré a jugar.
Como se dice en este mundo “un jugador de rugby jamás se retira” y no seré la excepción. Ésto no podrá conmigo… volveré como siempre con la ilusión de un principiante.
Mucho rugby.
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