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Homo Onubensis

Midnight in Paris (Woddy Allen, 2011)

Midnight in Paris (Woddy Allen, 2011)

Después de un tiempo alejado de las visitas a las salas de cine,  el pasado sábado tiré de cartelera y lo más interesante que encontré fue esta nueva película del genio de Brooklyn. No tenía nada mejor que hacer ni nada mejor que esperar, por lo que tiré de Pepsi Light, móvil en silnecio, y me dispuse a reencontrarme con este director que tanto me gusta por sus chispazos únicos de genialidad.

Sinceramente fui a ciegas. No sabía ni de que iba la película, ni el reparto… solo vi Woddy Allen (Nueva York, 1935) y me dije “hay que probar”. Igual me podría encontrar con experimentos como Vicky Cristina Barcelona (2008) o con joyas como Match Point (2005) o Granujas de Medio Pelo (2000). Me la jugué y acerté de lleno.

Los primero 10 minutos de cinta son un regalo para los sentidos. Estampas típicas, nuevas y curiosas de la ciudad del amor. En primavera, en verano, con lluvia, esquinas, cafés, calles, gentes… Un verdadero regalo sensorial que me hizo transportarme hasta Noviembre de 2007 cuando disfruté de su esplendor y  su misticismo.

El hilo argumental no deja de ser el amor, a simple vista una sencilla historia de amor, pero ahora bien, una historia romántica que puede ser entendida  entre una pareja de futuros esposos,  entre un artista y la creación artística y entre un bohemio y París. Tres caminos para desembocar en el amor. Tres deseos, tres necesidades. Tres realidades. Una misma ciudad, la del amor, París.

Gil (Owen Willson) es un afamado escritor de guiones de cine sin inspiración que viaja a París junto a su prometida y los padres de ésta en las fechas previas a su enlace nupcial. Gil tiene dudas acerca de su matrimonio y de su vida, es un  bohemio escritor romántico enamorado de París y de los años 20, vive en la angustia y en la resignación de ver como su vida va a cambiar y no puede hacer nada por remediarlo.

Una noche decide pasear a solas por las calles parisinas en busca de inspiración para su próxima obra. Y justo a media noche, sonando las campanadas de las 12, viaja por arte de magia hasta el París de sus adorados años 20. Un hecho, inexplicable y onírico pero que repite cada noche. Allí, en el pasado, en su pasado idílico, conoce y comparte experiencias con los principales genios de la época: Hemingway, Dalí, Picasso, Belmonte, Buñuel…

También conoce a una bellísima Adriana (la sensual, Marion Cotillard) que le abre los ojos acerca de su futuro y del amor con su pareja. Un amor imposible obviamente, pero sincero y real a pesar de estar anclado en el pasado.

Técnicamente la película me parece magnífica. El uso del color, el vestuario, la escenografía y la ambientación de las escenas  de los años 20 me parece muy acertada, distando en gran medida de la “calidad escénica” de las imágenes que se corresponden a la actualidad.

Me quedo con dos detalles de Allen. El primero de ellos es una escena en el que conversan cuatro de los personajes a las puertas de un restaurante y a lo lejos se escucha el frenazo de un coche. Dos de ellos, instintivamente, giran sus cabezas hacia el coche (que no aparece en escena) mientras siguen hablando. Todo un detalle de calidad y de genio.

La otra escena de la película es el momento tragicómico en la habitación del hotel en el que el padre sufre un amago de infarto, supuestamente roban unos pendientes, el discute con su prometida, llega el médico a atender el padre, la madre desconfía de todo… un picadillo de emociones y sensaciones en un mismo plano que me parecen de una brillantez absoluta.

Una película brillante. Seguramente no ganará ningún Oscar…

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