La Roja
Hoy es el día. Hoy comienza para ‘La Roja’ la aventura que le puede llevar a obtener su primer Mundial. En ninguna mente medio amueblada se puede dar por sentada la victoria final. Es más que evidente la dificultad que entraña este tipo de torneos en el que te puedes ir para casa incluso sin perder ningún partido, pero son siete citas las que separa a nuestra selección, a la de todos, del máximo galardón del ámbito futbolístico.
Seguramente sea la generación más determinante de la historia de nuestro fútbol, la más ilusionante al menos. A pesar de la separación política e ideológica de nuestro país, la roja se ha convertido en el símbolo de unión y de esperanza. A las cuatro de esta tarde, para todos los españoles, todos, la bandera será la roja y gualda e incluso hasta el himno nos parecerá intocable para los que quieren añadirle texto. Hoy todos los españoles nos uniremos en ese abrazo entrelazado de los jugadores, dejando a un lado la crisis, el paro, los idiomas o los velos.
Personalmente creo que es el mejor equipo que conozco desde que sigo los entresijos de este deporte. El Barça de Guardiola, el Madrid de Valdano, el Valencia de Cúper… muchos equipos están grabados en mi mente como ejemplo de la perfección futbolística, pero este grupo, esta dinámica, se alza con la corona de laurel de ese equipo perfecto que todos tenemos en cada mente de entrenador.
Decir algo de la portería sería una falacia y una pérdida de tiempo. Simplemente están los tres mejores porteros del mundo en nuestra selección. Intocables y imprescindibles.
La defensa es quizás la línea que pasa más desapercibida de todo el equipo pero seguramente la más rentable de todas. De todos ellos siento debilidad por Piqué, el central perfecto, Capdevilla, un currante, y Arbeloa, un futbolista.
La línea de medios es la octava maravilla del mundo. El equilibrio perfecto entre jóvenes y veteranos, entre obreros y arquitectos, entre genios y genios. Sin duda, e insisto, la octava maravilla del mundo. Iniesta es el futbolista total, dos toques, tres a lo sumo, magia. Sería una injusticia que no le dieran algún año el Balón de Oro, pero a sabiendas que ese trofeo lo otorgan los franceses… difícil. Busquets, la balanza. Todo Yin tiene si Yan y en este equipo es Sergio. Un jugadorazo que al verlo jugar se te resuelven las dudas de porqué un chico pasa de jugar en 2ª B a un Mundial en apenas 24 meses. Cesc, el talento, quizás sea el jugador español con más técnica. Un gregario de lujo, un as en la manga de cualquier entrenador. Jesús Navas, lo diferente, lo alternativo, lo seguro. En cualquiera de las otras treinta y una selecciones del Mundial sería “titularísimo”.
La delantera es el yunque. Es ese taladro que antes de que te des cuenta que te ha perforado. Contundente, mágica, inventiva, diferente. Torres es el jugador del siglo XXI, perfecto tácticamente, mi debilidad como jugador. Lo tengo en mente como el mejor delantero del mundo… ríanse. Pero lo es. Acertó Rafa Benítez al darle el salto a un grande. Ya el Liverpool le queda pequeño. Llorente, la apuesta, el futuro. Me gustaría que Del Bosque le diera minutos en este mundial, hay que seguirlo.
Pocos Mundiales me han tenido tan pendiente y tan emocionado. La verdad es que me estoy llenando de partidos y de fútbol como hace bastante tiempo que no lo hacía. La Roja me ha devuelto la ilusión por este deporte tan especial. Tan deporte.
Pasará lo que tenga que pasar. Caeremos en octavos, en cuartos o cuando sea. Pero la ilusión que durante dos meses nos está dando este grupo de jugadores es impagable. El poder soñar e ilusionarse con ver a Iker Casillas levantando la dorada copa es el mejor regalo que se le puede dar a esta sociedad cansada de políticos y de la crisis. Hoy todos seremos España, hoy todos empujaremos ese balón de Torres que busca las redes, hoy a todos se nos pondrá la piel de gallina al ver a Ramos buscando en el cielo a su amigo Antonio Puerta mientras suena el himno, hoy todos seremos mano de Casillas y pase de Iniesta… hoy todos, insito, todos, seremos España.
Qué tenga lo que tenga que pesar, pero que nos quiten lo bailao.
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