Robin Hood (Ridley Scott)
Grandísima ocasión desperdiciada en el mundo del cine de rendir homenaje a este noble personaje de la tradición medieval inglesa. El enorme derroche de facultades técnicas y artísticas para plasmar los orígenes de heroicos de Robin Longstride, quedan en mero despilfarro económico en una cinta que sólo pasara a engordar la dilatada lista en los videoclubs de películas históricas. Al menos, para mí, un verdadero fracaso.
La verdad es que cada vez cuesta más ir al cine y no exclusivamente por temas pecuniarios. Considero que ir al cine supone un plus extra para visualizar una película de cierto nivel artístico-técnico, ya que una buena acústica o buena visibilidad hacen llenarte de la obra de principio a fin. Ir al cine para ver una clásica película española de adolescentes con problemas sociales, donde no existe un trabajo extra de fotografía, de música o de efectos visuales, sencillamente es una pérdida de tiempo, y de dinero. Nada mejor que verla en el sofá de casa, una buena compañía y una buena cena.
Por eso, al ir al cine, al menos yo, espero de una película que visual y sonoramente me llenen totalmente. Y en esas circunstancias aposté por la última obra del oscarizado Ridley Scott (Gladiator, Thelma & Louise).
El director británico vuelve a arriesgar con el binomio historia – Russel Crowe, de tan excelentes resultados en la premiada Gladiator, en una cinta que narra los comienzos del guerrero de Longstride desde que regresa a Inglaterra de su periplo por las Cruzadas, hasta su reclusión en el bosque de Sherwood donde vive al margen de la ley. Se podría decir que la cinta es una “precuela” de cualquiera de las míticas obras que narran las aventuras y andanzas de este desdichado luchador.
La historia no está mal estructurada. La ambientación, las localizaciones y el vestuario son bastante acertadas, pero en cuanto a guión e interpretación la obra cae en el saco de los grandes fracasos del cine actual.
No sería en absoluto descabellado decir que aquella Robin Hood el Príncipe de los Ladrones (Kevin Reynolds, 1991), interpretada por Kevin Costner y Morgan Freeman, e inolvidable música de Michael Kamen, es una obra de arte al lado de la versión actual.
Un planísimo Russel Crowe no llega al aprobado en un papel que le viene como anillo al dedo. Quizás las inevitables comparaciones con su personaje de Máximo Décimo Merilio en Gladiator de un lado, y por otro con las similitudes escénicas de éste papel con el William Wallace que interpretara Mel Gibson en Braveheart, hacen que la actuación del actor neocelandés sea sencillamente nefasta. Quizás sería destacable el personaje de Lady Marian interpretado por una interesante y transparente Cate Blanchett.
La película no deja de ser un conjunto de buenos ingredientes, bien cocinados, pero al que le falta una presentación y una degustación apropiadas.
Es una película prescindible.
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