La Injusta Corazonada
Y no pudo ser. Por segunda vez consecutiva, Madrid se quedó injustamente a las puertas de la organización de unos Juegos Olímpicos y nos volvimos a casa con esa cara de tonta simpatía obediente que se les queda a los perdedores. Una vez más le tocó perder a los españolitos, a esos qué solo saben quejarse de puertas adentro, altaneros ante las adversidades y mudos ante un traje y una corbata bien planchados. Una vez más nos volvimos a casa con esa idiota sumisión a favor de ese grupo político disfrazado de ONG que es el COI. Ni que nos estuvieran haciendo un favor.
Ahora resulta que nombrar a Río de Janeiro como sede Olímpica es hacer justicia. ¿Justicia? Justicia para quien o para qué. ¿Nos van a hacer creer que las favelas de Río van a desaparecer porque a unos metros de distancia se construya una Villa Olímpica?, ¿nos van a hacer creer que uno de los países con más desigualdad social y económica del mundo va a soportar la carga que supone organizar unos Juegos Olímpicos sin pasar factura?. Ya. Con el escudo de la “integración” se lastrará aun más si cabe a una sociedad brasileña huérfana de apoyo administrativo y económico. Los paleolíticos miembros divulgaron su fumata blanca, “Hubemus Olimpiadas” y chitón.
España hizo la maleta de vuelta una vez más cabizbaja, maltratada, olvidada. ¿De qué nos sirve tener una de las generaciones de deportistas más determinantes de toda la historia? ¿De qué nos vale ser referentes e imagen actual de los principales deportes?. Basta un ligero vistazo al panorama deportivo para encontrar a alguno de los nuestros coronándose en lo más alto de las más variables disciplinas del deporte olímpicas o fuera del mismo. Son muchos los deportistas españoles ejemplos de superación, entrega, coraje (¿valores del olimpismo?) para la sociedad mundial pero ¿de qué nos sirve?.
Podríamos hacer una lista interminable de ilustres pero nos basta con nuestro póquer de ases para hacer saltar la banca de cualquier mesa donde se siente un arrugado y corrupto miembro del COI. Fernando Alonso, Pau Gasol, Rafa Nadal y Alberto Contador coronan, y aún les queda mucha tela por cortar, nuestro Olimpo de dioses deportivos.
Ganadores, competitivos, serios, respetuosos, profesionales, ambiciosos… innumerables términos podrían calificar a estos cuatro genios. El recitar sus logros es innecesario, no hace falta, ni quiero, presentar el brillantísimo currículum que poseen. Sólo con decir sus nombres se les presupone grandes y eso, para un deportista, es lo máximo.
El negarles (o renegarles) una Olimpiada en su país es un sacrilegio. Creo que los deportistas españoles deberían apostatar de un organismo caduco y arrugado que huele a maletín de cuero negro. Esos dioses volverán a coronarse tarde o temprano en cualquier pódium como reyes del mundo y allí, para la foto, estarán los representantes y dirigentes mundiales para hacerles entrega del ramito de flores de rigor… en qué grandísimo florero estoy pensando que deberían ponerles esas flores.
Nos quedamos sin Olimpiadas. Nos la han negado. Ni el poder de estos cuatro dioses del Olimpo español, ni todos sus héroes y mitos como Raúl González, Xavi Hernández, Ricky Rubio, Rafa Muñoz, Marta Domínguez, Oscar Freire, Gervasio Deferr, Gemma Mengual, Paquillo Fernández, etc etc… han podido con el perecedero COI.
Ellos se lo pierden.
Homo Onubensis Dixit
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