Viaje a Sagres
El fin de semana pasado nos fuimos a conocer Sagres, donde muere la Europa continental dando paso a un horizonte infinito de aguas azules. El tiempo acompañó de lo lindo en los apenas dos días que estuvimos alli. Un sol brillante y seco, un viento dormido que se dejaba caer ya entrada la noche, y una temperatura "impropias" de un verano que recién comienza. Para ser la primera de las desconexiones mentales de este verano (incierto y corto vacacionalmente) no se le puede buscar una pega. El tiempo cundió y lo supimos aprovechar relajándonos de la mejor manera que conocemos... estando juntos y sin excusas.
La Pousada do Infante (equivalente a un Parador en España) tenía unas vistas privilegiadas. El mar frente a nuestros ojos y la pared inacabada de rocas a nuestra derecha. Un lujo, una maravilla permanecer en la terraza de la habitación y respirar la brisa virgen que entra en Europa de su cansado viaje por el océano.
Del pueblo (¿?) se puede decir poco, parece más bien un goteo de casas salpicadas aquí y allá sin aparente órden lógico. Un par de calles con determinados bares de comida rápida propia para turistas y otro par de Pub al más puro estilo británico, eran la excusa comercial para el menos portugués de los pueblos del Algarve. Conocimos también Vila Do Bispo, posiblemente el centro administrativo de Sagres, un pueblecito muy pequeño donde hay un elemento primordial: los percebes. Nati y yo dimos buena cuenta de una bandeja de ese molusco elitista a medio camino entre la almeja y la navaja, eso si, sin faltar como dios manda un vinito blanco luso (aunque en esta ocasión la suerte mostró cruz regalándonos un licor peleón peleón).
Visitamos la mismísima punta de San Vicente, donde se separan las aguas oceánicas en dos. Un puro lujo visual, un capricho del viento y del mar tallado en la roca. El último día conocimos de igual modo Lagos, la segunda ciudad más importante del Algarve. Es una ciudad muy turística, se respira "guirismo" por cada rincón: souvenir, bares, tiendas... eso si, sin perder el sabor a Portugal con sus calles peculiares. Destaca Lagos por su muralla exterior que separa el casco histórico de la ciudad actual.
No podremos olvidar el almuerzo "alternativo" en la Playa do Tonel, una cala impresionante de aguas cristalinas, ni la cena en "A Tasca" un sitio que no olvidaremos, ni por su carta, ni por su precio, ni por su menú... ni por nuestras risas. Al final esa cena se convirtió en el detalle de nuestro viaje. Inolvidable. Fantástico también el menú degustación que nos ofreció el Parador el día de nuestra salida: raya, navajas, "franguinho"... un menú muy portugués, muy elaborado y exquisitamente servido.
Otras de las cosas imborrables de nuestro viaje fue "El Dromedario", un Pub donde servían los mejores cocktail que he probado en mi vida. Fueron varios las copas y vasos que sacaron vacios de nuestra mesa...
Pero si con algo me quedo de este viaje es contigo. Con tus ganas de todo, con tu fuerza, con tu alegría. Todo lo anterior me sobraba si no es contigo. Lo sabes. Todo ello es la excusa para tenerte, o al menos para disfrutar de la parte que más me gusta de tí, la que respira, la que oye, la que vive...
Un viaje inolvidable.
0 comentarios